DE 1880 A 1889
Hay que destacar en primer lugar obras muy relevantes de la literatura infantil y juvenil: Pinocho de Carlo Collodi, en el cual un títere quiere convertirse en un niño de verdad; las nuevas aventuras de Robin Hood de Howard Pyle, donde un arquero lucha contra los ricos para repartir el dinero entre los pobres mientras se divierte en el bosque; La isla del tesoro de Stevenson, que narra la búsqueda de un tesoro escondido. Estas novelas buscan sobre todo entretener, aunque pueden incluir una posible enseñanza moral al final de la historia.
España entra de lleno en el realismo, con las obras mayores de Benito Pérez Galdós, prolífico escritor que no dudó en incorporar los debates literarios europeos y la descripción de diferentes ambientes sociales en sus novelas. Posteriormente, La regenta de Leopoldo Alas, más conocido como Clarín, inaugura el naturalismo español, que nunca fue tan acusado como el francés o el de otros países. Planilandia de Edwin Abbott Abbott ilustra el concepto físico de dimensión con una crítica al inmovilismo social de su época, donde aparecen elementos de ciencia ficción. Lewis Wallace escribió Ben-Hur, en el cual posteriormente se basaría un film exitoso que generó superventas durante décadas en los Estados Unidos. Empiezan a publicarse los libros poéticos del Nobel William Butler Yeats, que anticipan el sentimiento estético de la Belle Époque de Francia, la cual inspirará a su vez el modernismo, con Azul... de Rubén Darío (1888) como obra señera. Rabindranath Tagore desarrolla su labor literaria en la India, donde también escribió Bankim Chandra Chattopadhyay, autor del himno nacional indio que aparece en su novela Anandamath, donde denuncia los abusos británicos en su país en bengalí. Un autor gujarati, Dalpatram, en cambio, apoyó a los británicos a los que asociaba al progreso. |